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El producto fresco, local y de temporada, sello de París 365

Los alimentos del comedor y la despensa solidaria del París no tienen denominación de origen, porque son de aquí y de allí. Pero gracias a las huertas donantes pasarían los estándares de sostenibilidad y salud de cualquier sello de calidad que aporta valor extra a los productos más cotizados del mercado.

Fresco, local y de temporada. En verano tomates y en invierno borraja. Es una apuesta por la salud y la sostenibilidad en términos nutricionales y ecológicos, y es una apuesta por la dignidad en términos sociales. Es cierto que las cestas de productos envasados son imprescindibles para campañas de reparto de comida a gran escala, pero la filosofía con la que nació hace 15 años la Fundación Gizakia Herritar, más conocida como París 365, va más allá.

Su objetivo principal desde que se fundó, en 2009, es garantizar la alimentación digna en Iruñerria, primando la calidad sobre la cantidad, y lo local sobre lo global. Actualmente se atiende a unas 60 personas adultas al día en su comedor y a otras 60 familias con menores a la semana en su despensa, todas ellas en situación de pobreza o exclusión social. Son números con los que sería imposible mantener los valores fundacionales sin donativos de huertas. Desde París 365 hemos contactado con algunas de ellas con la intención de reconocer su importante papel dentro de la Fundación.

LA HUERTA ‘COSOCIAL’ DE CRUZ ROJA

Acompañadas por un grupo de voluntarios y voluntarias de Cruz Roja, las personas que cumplen condena en la cárcel de Pamplona tienen desde hace 14 años la opción de trabajar en una huerta dentro del penitenciario.  Al final del turno se cocina una ensalada y el excedente se dona al París.

Cuenta José Fontecha, miembro de Cruz Roja, que los prejuicios que pueden tener las personas que se animan a hacer voluntariado en prisión desaparecen el primer día. Es lo que pudo constatar en el año que estuvo ayudando en el huerto ecosocial del penal de Pamplona. "Te llevas una sorpresa porque todo lo que encuentras es admiración y gratitud por parte de los internos".

Y es que en el huerto todas y todos, internos incluídos, son voluntarios. Tienen la opción de salir de sus módulos un día por semana durante dos horas a un espacio verde de 800 metros cuadrados donde no sólo siembran, plantan y recogen productos para preparar una merienda, sino que la mayor parte se dona. "Los internos lo saben, es algo que les encanta y les motiva. Además, también hay un espacio de jardín que hay que cuidar", añade.

Curiosamente el proyecto de Cruz Roja empezó hace 15 años en la vieja cárcel de Pamplona, coincidiendo con la fundación de París 365. Hoy en día, la iniciativa, según dicen desde prisión, es la más solicitada de todas. Es, reflexiona Fontecha, "una especie de justicia restaurativa: he fallado a la sociedad y lo compenso ayudando a quien más lo necesita". "Se lleva a cabo tres días a la semana, cada uno de ellos asignado a un módulo distinto del que salen 20 personas, a las que se les unen otras tres de Cruz Roja, más o menos", explica Fontecha.

Una de esas personas voluntarias de la ONG es Unai Lizaso. Una amiga suya que hacía voluntariado en la cárcel le contó su experiencia y como “tenía tiempo libre”, contactó con Cruz Roja para apuntarse. “El trámite es largo porque las Instituciones Penitenciarias tienen que aprobar tu entrada, pero al final me incluyeron en el programa”, explica.

En cuanto empezó su voluntariado, pudo corroborar el testimonio de su amiga: “La relación con los internos es fácil porque salen voluntariamente, con ganas de evadirse, hablar y reir, hay muchas bromas”, asegura Lizaso. “Lo único que hay que tener en cuenta es que no siempre lo que esperas que hagan ese día dentro del proyecto de huerta coincide con sus ganas o su ánimo, es importante buscar un equilibrio entre el aprendizaje y la colaboración”, subraya.

APRENDIZAJE Y VOLUNTARIADO EN LA UPNA

Estos dos objetivos definen a la perfección otro de los proyectos que ayudan a sostener París 365 mediante producto fresco y de temporada, el de la carrera de Ingeniería Agrónoma de la Universidad Pública de Navarra (UPNA). Manuel Chocarro, oficial de la finca de huertas en las que el alumnado labra la tierra, recuerda cómo “hace más de una década que un profesor ideó el proyecto para poner en práctica las enseñanzas teóricas de una asignatura.”.

Pero ahora la actividad “se ofrece como voluntariado a todo el alumnado de la carrera, independientemente del curso”. Así es como la finalidad de éste proyecto de aprendizaje guarda mayor relación con el destino de los productos que cosechan, el comedor y la despensa solidaria de París 365.

LAS SOLIDARIAS HUERTAS SANGÜESINAS

Esta misma filosofía es la que llevó a la asociación Huerta Sangüesina a colaborar con la Fundación Gizakia Herritar. Un voluntario, que prefiere mantener su anonimato para no personalizar en él la labor de cientas de personas, cuenta que decidieron contactar con el París y otras entidades sociales un día de verano de 2012, un año muy propicio para la huerta, mientras desechaban tomate al compost. “Coincidió con una época de crisis, con las famosas colas del hambre en ciudades como Pamplona, y nosotros tirando comida…”, lamenta.

Cabe señalar que Sangüesa es una zona peculiar, porque tiene más de 1.000 huertos a pesar de no llegar a 5.000 habitantes. ¿Por qué? El voluntario de Sangüesa explica que “a pesar de que la industria sustituyó al sector agrícola en el plano laboral, las familias mantuvieron las tierras y las dividieron en parcelas. Ahora la asociación Huerta Sangüesina se encarga de recoger donativos de todo el pueblo, además de que cuenta con dos terrenos comunales que el Ayuntamiento siempre les cede “sin importar qué partido gobierne”.

EL COMPROMISO DE LAS PERSONAS MAYORES DE HUERTAS AMIGAS

Apenas diez kilómetros al norte de Sangüesa se encuentra Lumbier, la cuna de la asociación de mayores Lacarra, creada en 2012 y de la que posteriormente nació Huertas Amigas. Benjamín Bildarratz Iribarren fue uno de los fundadores.

Él es el responsable de actividades de Casa Gurbindo, un espacio comunitario de huertas en Aranzadi (Pamplona), en el que participan personas de todas las edades bajo el paraguas de organizaciones sociales de todo tipo. Huertas Amigas también cuenta con tierras en Puente la Reina, Lezaun y el propio Lumbier. “El perfil de participantes somos personas de entre 70 y 80 años, unas 15 más activas y otras 200 que colaboran de vez en cuando”, desgrana Bildarratz.

Huertas Amigas no sólo dona a la Fundación Gizakia Herritar, sino también a otras como Saskia o Apoyo Mutuo. Lo hacen, destaca el responsable de Casa Gurbindo, porque saben de su compromiso social. Y es que una vez jubilados, él y sus compañeros y compañeras siguieron con su actividad política de este modo. Preguntado por la procedencia del grupo, explica que su origen son “los movimientos de izquierda de Navarra, principalmente del mundo sindical”. No obstante, la mayoría no compartían comité, empresa, ni siquiera sindicato.

Pero tras su jubilación, todas y todos empezaron a sembrar por una buena cosecha y también por una buena causa. Igual que en la Cárcel de Pamplona, en la UPNA, en Sangüesa, en Elkarkide, Baratzpea, San Juan Xar o en tantas otras huertas que alimentan la solidaridad de París 365. A todas vosotras, eskerrik asko!

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